viernes, 16 de enero de 2009

Pequeño....


Ayer vi tus ojillos perdidos, desorientados. Con miedo, mucho miedo, pero deseando encontrar un atisbo de cariño en los ojos de esa humana que te miraba. Te dí algo de comida, estabas hambriento. Pero en vez de lanzarte ávido sobre esas pequeñas galletas, me miraste de nuevo, moviendo tímidamente la cola. Preferías mil veces una caricia mía, te alimentaba mucho más mi mano sobre tu lomo, sobre tu cabeza de orejas gachas, que ese pequeño paquetito improvisado de comida. Por un momento, mientras me mirabas, pudiste recordar un día de lluvia a los pies de una vieja estufa de leña, sobre una mantita confortable y calentita. Recordaste como una mano amiga de rascaba detrás de las orejas, y como te gustaba sentir la seguridad de su mano sobre tu pequeño cuerpo. ¿o quizás eso nunca pasó, y solo fue un sueño?, el sueño de un perro abandonado toda su vida. El sueño de quien jamás recibió un gesto de cariño, sino más bien, patadas y gritos. Tuve que dejarte allí, en aquel descampado frío, solo....
Miré por el retrovisor y poco a poco vi tu figura haciéndose pequeña sin dejar de mirar mi coche. Al final, bajaste la cabeza y te comiste lo que te dejé. Al fin y al cabo, tienes que sobrevivir.

PD: Maldigo mil veces mil, a las personas (por llamarlas algo), que dejan abandonados a esos seres tan maravillosos que nos son fieles hasta la muerte.