martes, 6 de octubre de 2009

olor a romero


Yo solo quería volver a mi casa.
Me asustaba aquel lugar, la gente gritando.
Me sentía acorralado.
Sólo quería volver a casa, y cuando tuve la oportunidad...¡zas!, lo intenté.
No tuve que salir a la plaza, pues yo era el sobrero,
pero podía sentir el dolor de mis hermanos, el olor de su sangre
derramada en la arena e impregnando el traje de sus asesinos.
Podía oir sus mugidos, y yo,
yo solo quería volver a casa.
Pacer bajo los olivos,
sentir como el primer rayo de sol,
tibio, me rozaba suave.
Como me acariciaba la nariz los arbustos de enebro,
hasta hacerme bufar de rabia.
Yo solo quería volver a casa,
pero la gente gritaba, me miraban con miedo, con odio...
Al final, sentí fuego, fuego por todo mi cuerpo.
Me quemaba la piel, no podía respirar, me desvanecía.
Pero mientras caía, ¡oh, por fin!,
reconocía el olor.
Ese olor a romero que me devolvía a casa,
a mi hogar, junto a mis hermanos.
No siento nada ya, no hay nada, ya,
nada, excepto ese maravilloso olor a romero.
Ese maravilloso olor a casa.


P.D
Como siempre, los errores humanos lo siguen pagando los seres más indefensos.
No a la tortura.
No a la gente que se lucra con la vida de los animales.
Mi más sincero desprecio a todos ellos, y mis peores deseos.

Descansa en paz, pequeño.

2 comentarios:

Luchete dijo...

Sí, señora paisana... NO rotundo y directo a la tortura... no es más que la desfachatez y el egoísmo que impera en lo "propios" q nos etsamos convirtiendo los seres humanos... VERGÜENZA, deberían de sentir algunos...

Q tengas una dulce semani, apreciada paisana!

Anónimo dijo...

Hace tiempo que deje de tener animales enjaulados en mi casa, hace tiempo que deje de creer que las plantas no tienen vida, hace tiempo que no mato una araña,ni a una hormiga, y eso que hasta hace poco las tuve deambulando por mi cocina recoleptando miguitas de pan del desayuno para el crudo invierno y a las moscas las espanto.Hace tiempo que deje de pensar que el ser humano era inteligente.